Como una sola voz, cientos cantaron las canciones de Queen y Freddie Mercury en el concierto Queen Forever la noche del 16 de abril en el Anfiteatro la Villa en Ciudad Colón.
En este espacio al aire libre, los argentinos de la banda Dios Salve a la Reina se encargaron de que todas esas canciones volvieran a la vida por una sola noche.
No fueron los únicos en escena. Los grupos D’Tour y The Surrogate Band hicieron lo propio homenajeando a las bandas británicas The Beatles y Pink Floyd, respectivamente.
Ambos grupos son conformados por músicos nacionales y, con los éxitos de estos grupos –de Let It Be a Wish You Were Here– , amenizaron el ambiente previo al show más esperado.
La lluvia cayó por unos minutos al final de la presentación de The Surrogate Band, pero afortunadamente desapareció por el resto de la noche.
Reyes. Dios Salve a la Reina llevó su homenaje más allá de lo musical. Para cada concierto se transforman en el Queen de las décadas de los 70 y 80 en imagen, gestos y espíritu.
A las 8:40 p. m., con las expectativas a tope, la banda salió al escenario a interpretar One Vision.
Alli fue evidente cuanto los integrantes del grupo han estudiado al grupo tan a fondo que es fácil confundirse.
El cantante Pablo Padín no emite una sola palabra en español que delate su verdadera procedencia ni rompa el hechizo que el mismo Mercury tenía sobre los públicos.
Francisco Calgaro (guitarrista), Ezequiel Tibaldo (bajo) y Matías Albornoz (batería) también fueron parte de este afortunado efecto visual, con sus melenas ochenteras y sus atuendos.
El público desde la ladera del anfiteatro, los palcos y el piso recibieron al grupo con una ovación mientras sacaban sus celulares para guardar el momento. ¡Estaban viendo a Queen!
El concierto continuó con la enérgica Tie Your Mother Down y lurgo un popurrí entre lass canciones Keep Yourself Alive y You’re My Best Friend.
Después, hubo desfile de clásicos: A Kind of Magic y Under Pressure , canción que Queen interpretó junto a David Bowie y una de las más coreadas de la noche. Le siguió Another One Bites the Dust, pieza con la que el público se animó a levanto a bailar.
Inmediatamente el grupo tocó I Want to Break Free , y en el calor de la noche, “Freddie” se quitó su chaqueta.
Terminada la pieza, el guitarrista, imitando el estilo de Brian May se quedó solo en el escenario haciendo un solo que puso al público a gritar de emoción. En las primeras filas nadie se quedó sin tomar una foto del intérprete.
El concierto continuó con una interpretación en acústico de Love of My Life.
Durante esta canción, lejos de todos los instrumentos escandalosos, fue mas claro que nunca el parecido de la voz de Padín con la de Mercury. También en esta parte dejó salir todo el histrionismo que caracterizó al cantante en vida.
El festín acústico continuó con Is This The World that We Created?, (You're So Square) Baby I Don’t Care y Hello Marylou.
Siguió Tutti Frutti, con la que los músicos volvieron a sus instrumentos eléctricos. Una vez más, el público de todas las locaciones quiso se puso de pie a bailar.
Después de colocar una cerveza en el piano de cola que había en el extremo izquierdo del escenario, el Freddie Mercury se sentó en el banquillo para tocar Bohemian Rhapsody.
La interpretación sola valió el boleto. Cada melodía y solo de guitarra fue interpretado con toda fidelidad y por su puesto el público cantó cada palabra.
Las sonrisas se multiplicaron y cuando el cantante dijo “nothing really matters to me” el público reventó en aplausos.
Quizá no fue la última canción en el repertorio, pero fue la que dejó el mejor sabor y la idea fija en la mente: por una noche, Queen revivió y tocó en Costa Rica.